miércoles, 4 de junio de 2014

MIto y literatura: Eduardo Subirats contra el colonialismo académico







El pasado 22 de mayo del 2014 el filósofo y ensayista Eduardo Subirats presentó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM su último libro, Mito y Literatura (Siglo XXI, México), análisis de cuatro grandes obras de la literatura latinoamericana: Pedro Páramo de Juan Rulfo (1955), Yo el supremo de Augusto Roa Bastos, Los ríos profundos de José María Arguedas (1958), Macunaíma de Mário de Andrade (1928) y Os Sertões de Euclides da Cunha (1902) con una mirada teórica esclarecida que rechaza la retórica posmodernista y estructuralista para adentrarse en la memoria mitológica de un continente desvastado por sus élites coloniales y sus intelectuales a modo que siguen reproduciendo, en tierra de indios, el canon occidental.

Ejemplo perfecto de este bovarismo éxótico, o el complejo de desapego con el mundo americano que muestra todo descendiente de europeos según acertada definición del chileno Miguel Rojas-Mix, fue la espectacular confesión de uno de los ponentes en la presentación de Mito y Literatura. Excepto Pedro Páramo, no había leído ningún de los otros libros analizados por Subirats. Tampoco sabía de la existencia de la Antropofagia brasileña que junto al muralismo fue la verdadera vanguardia –ni mimética ni clónica- de América Latina.

El logos colonial que se impuso desde 1492 no solo fue guerra, exterminio y expolio. Su esencial encomienda fue la “sustitución de un orden mitológico por un sistema lingüístico, teológico y jurídico elevado a logos universal” (Subirats, 2014, pág. 411). Cambiar el mismo orden del ser para erradicar siquiera la imagen de lo que un día fue. Este proceso de rescate, teoría y análisis del continente vacío culmina, momentáneamente, con esta excelente edición de Siglo XXI Editores.

Razón por la cual pedí al propio Eduardo una copia de su plática de mayo en el salón de usos múltiples de Filosofía y Letras. En esta perspectiva postcolonial que se abre paso en la ciudad letrada de América Latina, la obra de Eduardo Subirats cuestiona de raíz “el formalismo estructualista, el racionalismo positivista y empírico-crítico” que mantiene, en esencia, la herencia misionera del imperio español. Puede que esta sea la razón que sus textos provoquen generalmente al cuerpo académico de todas las ciudadelas que un día construyó su católica majestad.

Y aunque provocar es un verbo ambiguo –bueno para provocar ganas de bailar con este profesor de la New York University o ganas de linchar a tan peligroso iconoclasta- lo cierto es que los caminos de Subirats no coinciden con las convenciones del poder intelectual. Le costó (casi) su exilio español y diría yo que solo su impresionante currículum, su papel en la academia estadounidense y la vieja y subterránea rebeldía de cierta academia latinoamericana contra sus patrones-colonizadores explica el hecho que su presencia sea cosa habitual en México. Se agradece porque me recuerda que se sigue pensando más libremente en esta orilla del Atlántico que en la Madre Patria donde incluso tener una república es una quimera prohibida por el poder.


PRESENTACIÓN DE MITO Y LITERATURA / EDUARDO SUBIRATS






Amigas y amigos,

He venido a presentar tres libros – Mito y literatura, Deconstrucciones hispánicas y Filosofía y tiempo final –. Permítanme unas palabras de justificación.

Deconstrucciones hispánicas[1] es una colección de conferencias sobre un tema que he tratado sucesivas veces, en particular en mi libro Memoria y exilio: la prolongada decadencia del nacional-catolicismo español, desde el siglo dieciséis hasta nuestros días.[2] Al mismo tiempo, denuncia el vacío político e intelectual de la conciencia europea contemporánea en la que se enmarca el actual colapso de la monarquía borbónica. Pero es también un libro que formula un programa afirmativo en torno a un renovado concepto de esclarecimiento.

El segundo libro, Filosofía y tiempo final, es una miscelánea de ensayos publicados desde mis años de estudiante en Berlín hasta el día de hoy.[3] Es una antología que no tiene otro propósito que citar los pasajes de un aprendizaje intelectual a lo largo de una serie de hitos de la conciencia moderna: la teología y las filosofías de la colonización americana, la ausencia de una tradición esclarecida en el mundo hispánico, la crisis de la conciencia europea en el romanticismo, la estética de la modernidad o la truncada función del intelectual en las sociedades contemporáneas, y un epílogo sobre la deriva del pensamiento filosófico en el mundo actual (que ha sido suprimido en esta edición por razones técnicas). Lo repito: la única virtud de estos ensayos consiste en describir un aprendizaje individual desde una situación geopolítica marginal, la ibérica e iberoamericana, con respecto a los centros productores de pensamiento global; y un aprendizaje desde una posición intelectual distante con respecto al establishment anti-intelectual español y al hispanismo norteamericano.
  
Pero quiero dedicar esta presentación fundamentalmente a Mito y literatura.[4] Cuatro razones: es mi último libro, traza una alternativa a la comercialización y trivialización de la literatura contemporánea, pone de manifiesto la ausencia de una teoría literaria y, no en último lugar, plantea una renovadora reflexión poética, lingüística y metodológica en torno a las literaturas y las culturas de América latina.   

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Desde un punto de vista personal este libro es la expresión de un deseo de penetrar en las almas latinoamericanas representadas por cinco obras literarias maestras del siglo veinte: Macunaíma, Los ríos profundos, Pedro Páramo, Grande sertão: veredas y Yo, el Supremo. Esto quiere decir que reconstruyo hermenéuticamente estas novelas como un viaje de conocimiento y transformación a través de universos mitológicos, culturales, políticos y poéticos las más veces ignorados bajo las clasificaciones académicas de realismo mágico y literatura fantástica, o las etiquetas comerciales de literatura de ficción.

Pero subrayo también esta aproximación “personal” a la literatura, en abierta polémica a su fragmentación y formalización académicas, como el único camino que permite elevar los significados de la obra de arte a sus momentos ontológica y psicológicamente más profundos. Este es el punto de vista de una teoría literaria que no acepta su departamentalización y fragmentación corporativas, su subsiguiente achatamiento a textos e intertextualidades, y su formalización estilística o gramatical. Mi análisis comprende, por el contrario, la reflexión antropológica, histórica, estética, política y, no en último lugar, metafísica a partir de la obra de literaria.

Esta definición filosófica de teoría tiene otra consecuencia. Realza un concepto activo de lector, en lugar del consumidor espiritualmente paralítico que imponen los controles académicos y la trivialización comercial de la literatura como ficción. Al mismo tiempo, destaca el carácter individual y único de la creación artística y sus dimensiones al mismo tiempo subjetivas y políticas, que la corporación académica suplanta por sujetos lingüísticos, psicológica e históricamente vacíos, y un creative writing oportunísticamente bagatelizado.

El ejemplo de una novela que todos ustedes conocen, Pedro Páramo, puede ser ilustrativo. Bajo su forma lingüística y su estructura narrativa he puesto al descubierto el vínculo emocional de las mujeres de Comala con las diosas y los dioses mesoamericanos antiguos, vivos en las memorias populares e indígenas, por más que acosados y reprimidos por la teología colonial cristiana. Al mismo tiempo, he mostrado la estructura racional que vincula la función culpabilizadora representada por el sacerdote Rentería con la lógica del expolio, la violación y la muerte que distingue el caciquismo mexicano. En tercer lugar, he desentrañado en el personaje de Susana Sanjuán, la verdadera protagonista de la novela de Juan Rulfo, la epifanía de una diosa mesoamericana, una síntesis de Coatlicue y Xochiquetzal. Susana es una diosa del amor erótico, y de la vida y la muerte, por mucho que el sujeto colonial y poscolonial, patrocinado por el personaje de Pedro Páramo, no sea capaz de ver en ella más que una pura Virgen de Guadalupe.

Bajo la fascinación religiosa que despiertan las sometidas diosas de Comala, y del dolor que generan los cuadros de opresión católica y machista a lo largo de esta novela, señalo una estructura profunda, a la vez psicológica, política y mitológica, frente a la que las semiologías estructuralistas y postestructuralistas son programada y programáticamente ciegas. Pongo de manifiesto la interrelación entre una memoria religiosa y mitológica precolonial reprimida, la retórica de la culpa originaria y su redención eclesiástica como principio sacramental y corrupto del poder teológico y político. Por último subrayo la fundamental importancia metodológica de los escamoteados vínculos extratextuales con la realidad social y política, sin las que es imposible la comprensión de toda obra literaria.

Se lo puede llamar una hermenéutica mito-poética. La poesía poética y la poética como creatividad remontan necesariamente a las memorias simbólicas y mitológicas de las palabras. Desde el punto de vista de esta memoria mitopoética, por ejemplo, el inframundo de Comala es el Tlalocan mesoamericano. Y toda la novela de Pedro Páramo puede reconstruirse a partir del choque irreconciliable entre el inframundo azteca y mesoamericano y el infierno de la mitología cristiana.

Pero el método de análisis literario que expongo en Mito y literatura no solamente entraña una hermenéutica mito-poética. Tengo que señalar también la función esclarecedora en un sentido tanto estético como político que necesariamente atraviesa el análisis de estas novelas. Su reconstrucción es esclarecedora por el simple hecho de confrontar las lógicas y teologías de su hibridación, desarticulación y disolución. Es esclarecedora allí donde revela el choque violento del orden mitológico del mundo con el verbo y logos de un poder teológico, científico y político enajenante. Es esclarecedora en la medida en que pone de manifiesto la complicidad de la escolástica estructuralista con este mismo proceso de desmantelamiento colonizador de las memorias. Y es esclarecedora, en el caso que aquí he elegido como ejemplo, es decir Pedro Páramo, porque confronta la hibridación católica y la disolución las memorias mitológicas de Comala bajo el despojo caciquil, la culpa y subjetivación eclesiásticas, y las diversas figuras de violencia que recorren la historia de Latinoamérica hasta el día de hoy.

Existe todavía un tercer aspecto de este método y teoría mitopoéticos que también tengo que subrayar: su dimensión estética. Una estética entendida como teoría de la experiencia a la vez sensible y metafísica de las cosas. Y entendida como una teoría de los momentos misteriosos y mistéricos inherentes a las novelas que analizo en este libro y que, en Pedro Páramo en particular, cristalizan bajo la figura del incesto sagrado de Juan Preciado con la Tierra caliente y húmeda en el Tlalocan de Comala.

Este momento mistérico y metafísico plantea necesariamente un concepto prohibido por la antiestética de la avant-garde: el concepto de belleza. En las novelas que analizo en Mito y literatura esta experiencia a la vez estética y mitológica de belleza se representa como una perfección intrínseca de la naturaleza y el cosmos, y una unidad no dualista de sus fuerzas generatrices y conflictivas del ser y el no-ser, y de la vida y la muerte. Aquella misma síntesis que encontramos en la pareja Xochiquetzal-Coatlicue encarnada en el personaje de Susana Sanjuán de Pedro Páramo.

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A esta mirada mitológica, psicológica y política sobre las poéticas latinoamericanas modernas le precede una historia que aquí no puedo dejar de mencionar. Lo que antecede a Mito y literatura es El continente vacío.[5] Este libro lo escribí mientras mis ex-compatriotas españoles se entregaban a la celebración de la ilusoria grandeza nacional de su cruzada imperialista de ultramar, que destruyó íntegramente las culturas de América. Me refiero al Quinto Centenario, bajo cuya propaganda se liquidó la edición española de El continente vacío. La razón del acoso institucional a esta obra fue su tesis principal: la crítica de la teología política de la colonización; una crítica de la teología política representada por San Pablo y Las Casas.

Pero la conclusión afirmativa de El continente vacío no es menos importante que su crítica de la teología política del colonialismo. Esta conclusión se articula en torno a la deslumbrante, aunque ignorada, figura intelectual del humanista Garcilaso el Inca. Y subraya su proximidad con respecto al filósofo sefardí Leone Ebreo, de quien tradujo al hispanoamericano su obra Dialoghi de amore. En El continente vacío cierro mi análisis del proceso colonial con una observación sobre la teoría estética de Garcilaso que se desprende de este dialogo intelectual que protagonizó entre el universo espiritual sefardí y la cosmología inca.

Resumiré esta conclusión estética en dos palabras: La aproximación literaria y filosófica a la memoria mitológica de las Américas es el fundamento necesario de toda poética postcolonial. Y quiero subrayar que este diálogo literario y filosófico con las religiones, las cosmogonías y los mitos originales de América posee una tradición paralela en el humanismo esclarecido europeo representado por Bruno o Spinoza en el contexto del humanismo europeo, o por Erich Neumann o Karl Kerenyi en el humanismo del siglo veinte. Y que es una tradición que ha sido enterrada bajo la militancia antihumanista, antiestética y reaccionaria del estructuralismo y sus escoliastas.

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Quiero terminar con una importante observación histórica. Mito y literatura parte del Movimento Antropofago de São Paulo, liderado por Oswald de Andrade, Tarsila do Amaral y Mário de Andrade, como origen de la modernidad latinoamericana del siglo veinte en las artes y la arquitectura, lo mismo que en la literatura y la música. Este origen no hay que buscarlo en los programas de Marinetti, ni en el cubismo de Lèger o la arquitectura de Le Corbusier, ni en las novelas de Faulkner, ni mucho menos en los sucesivos international styles dictados por el MoMA de New York a lo largo de la Guerra fría. El Manifesto Antropófago es el acta de nacimiento de la modernidad latinoamericana en todo lo más positivo y profundo que este concepto pueda encerrar: su memoria mitológica, su crítica del colonialismo y su libertad de cuerpo y alma. Eso explica también su marginación y silenciamiento por parte de los dictados museográficos y latinoamericanistas norteamericanos desde 1945.

Quiero resumir esa estética y política latinoamericanas de la Antropofagia brasileira bajo tres principios elementales: la defensa de un origen religioso de América latina a partir de los mitos indígenas y los ritos africanos; la exaltación estética y política de un orden civilizatorio matriarcal y una relación armónica de la civilización moderna y la naturaleza; y tercero, la constitución de una sociedad democrática, solidaria y políticamente soberana, frente a las pretensiones coloniales sobre América latina del imperialismo europeo y norteamericano.

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No puedo despedirme sin expresar mi gratitud hacia todos los profesores y estudiantes que en Guanajuato o Cali, en São Paulo y Puebla, o en Lima y Bogotá, así como en la Ciudad de México han acompañado el proceso de creación de Mito y literatura. Ni puedo dejar de agradecer al Dr. Jaime Labastida por la impecable edición de este libro. Ni a Arturo Aguirre y Antonio Duran por su edición de Deconstrucciones hispánicas y Filosofía y tiempo final.
          
Eduardo Subirats
Ciudad de México, 22 de Mayo de 2014






[1] Deconstrucciones hispánicas (Puebla: EDAF, 2014)
[2] Memoria y exilio (Madrid: Losada, 2003). Una versión corregida y notablemente aumentada de esta obra está por publicar.
[3] Filosofía y tiempo final (L. Estudillo ed.) (Puebla: Afinita Editorial, 2014)
[4] Mito y literatura (México: Siglo XXI, 2014).
[5] El continente vacío. La conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna (Madrid: Anaya & Mario Muchnik), 525 pp.; (México: Siglo XXI), 379 pp. (Tercera edición aumentada: Universidad de Cartagena; Universidad de Cali, 2011), 480 pp.
 

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