domingo, 8 de febrero de 2015

Mario Vázquez Raña: el triste legado del poder gallego en México

Se fue el hijo de Don Venancio y no es chiste de gallegos.  Mario Vázquez Raña, símbolo y prototipo del poder hispano-mexicano, murió a los 82 años. Millonario en decadencia (su hermano Olegario & hijos le estaba ganando la partida), este devoto de su patria chica -los montes que rodean el villorio de Avión y su comarca del Ribeiro- se fue con la misma carga que arrastró desde 1976, el año en que compró a precio de amigo y por cortestía de su amigo el presidente Luís Echeverría, la mayor cadena de prensa de habla española, la Organización Periodística García Valseca, fundado por un poblano del mismo nombre que terminó sus días arruinado y loco.

OEM: al servicio del poder


Cosa del maleficio o de los negocios conjuntos, el vástago más conocido de esta dinastía empresarial galaico-mexicana acumula tras de si las ruinas de un imperio que acumuló poder pero carecío de gloria. Sus decenas de periódicos regionales dejan como legado la sumisión al poder constituido. Antes que desaparezca o sea vendida en partes, la Organización Editorial Mexicana dejará el recuerdo de la infinita y abyecta devoción de su patrón al partido que dio a su clase un inusitado y tranquilo control de mando.  De Echeverría a Peña Nieto, pasando por Salinas de Gortari, Mario Vázquez Raña fue soldado del PRI. Y el mayor recuerdo mediático será esta portada que se reprodujo, como acarreado virus, en todas  los periódicos de la OEM en mayo del 2012:


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Todo el poder, nada de gloria. Poder del dinero y orgullo del ranchero, campesino o pobretón que tras la estela de Don Venancio, emigrante llegado a México en 1918, construyó un emporio mueblero, o Hermanos Vázquez, nacido del ambulantaje que practicaban, a principios del siglo XX, grupos de judíos, turcos (maronitas, cristianos o chiitas procedentes del disuelto imperio otomano), italianos o gallegos, variedad de grupos étnicos y culturales que fruto de las coyunturas históricas -pogroms, guerras y miseria- huyeron hacia las Américas en busca de una vida mejor:

En las primeras décadas del pasado siglo muchos de los emigrantes gallegos en México comenzaron como “vendecuadros”, que así llamaban a los vendedores ambulantes de laminas enmarcadas que portaban a hombros por las calles de la capital federal. Hasta que conseguían establecerse con un pequeño negocio, casi siempre dedicado a la venta de muebles.
Eso es lo que hizo Venancio Vázquez tras años muy duros, abrir una modesta mueblería que vendía casi todo a crédito, hasta el punto que el crédito terminaría por convertirse en la base principal del negocio.
En aquel pequeño local, sus seis hijos – Aurelio, Sara, Apolinar, Mario, Olegario y Abel, los dos mayores fallecidos prematuramente –, todos tuvieron que arrimar el hombro, comenzando a trabajar desde pequeños y alternando el almacén con la escuela.
A partir de la década de los cincuenta la tienda fue creciendo hasta que, ya en los setenta, Almacenes Vázquez alcanzó unas considerables dimensiones y pasó a denominarse Hermanos Vázquez, la actual cadena de grandes almacenes. (Agencia ANSA, 21 de enero del 2006)

Desde 1975,  el rol del emigrante exitosos en el ramo habitual (mueblerías, constructoras y hoteles de paso o moteles para citas rápidas y discretas entre sábanas) cambió gracias al reglao presidencial. La relación personal entre la familia Echeverría y sus muebleros de confianza se consolidó tras la caída de García Valseca, el famoso coronel que levantó desde la década de 1940 una red de periodicos provinciales que mantuvo por décadas la aleación de anticomunismo, guadalupanismo e industrialismo que las burguesías fuereñas -políticos y empresarios ignorados por el centro- tomaron como santo y seña del desarrollo estabilizador. Según me dijo uno de sus editores, el casi centenario Salvador Borrego,  la quiebra y absorción del grupo por parte del gobiero fue para evitar que la endeudada corporación de medios cayera en manos del primer adversario de Echeverría, o el jefe natural de la reacción regiomontana, Eugenio Garza Sada. Razón por la cual, y siguiendo su argumentación conspirativa, la oferta de compra de un pool encabezado por el fundador del Tec de Monterrey concluyó en su asesinato el 17 de septiembre de 1973.

Magnate "por casualidad"


Más allá de los recovecos de una historia todavía oculta, la proximidad del clan gallego con el húesped de Los Pinos propició la conversión de Vázquez Raña en magnate "por casualidad":

La primera intención financiera de aquel joven que se iniciaba en los negocios fue comprar una empresa de frigorificos que pertenecía al Gobierno. Pero el Gobierno le advirtió que no estaba en venta. Aunque sí, se vendía la cadena de Prensa El Sol de México, de García Valseca, que por aquel entonces tan sólo tenía 26 diarios. "Y la acabamos comprando".
En aquellos tiempos se decía en México que el entonces presidente del Gobierno, Luis Echevarría, era socio de los Vázquez Raña, además de amigo desde hacía muchos años. Pero Mario afirma que aquello eran rumores infundados. "Cuando Echevarría se enteró de que yo estaba algo interesado en esta cadena de Prensa me invitó a conversar con él. Se limitó a animarme para que la comprara, pero nada más. La compré y me dediqué a sanearla y poco a poco la fuimos ampliando". (EL País, 1 de noviembre de 1983)

En aquella entrevista a El País, el titán de la prensa mexicana se muestra en la cumbre de un poder que no disminuyó hasta la emergencia de proyectos empresariales de nuevo cuño -Reforma y Milenio- y la conversión de viejos medios capitalinos -El Universal o Excélsior- en rediseñados portavoces del estatus quo, encabezado, este último, por su hermano y rival Olegario. Los Soles de México sobrevivieron por la inercia de favores, colusión y chayo entre gobiernos & cabeceras de prensa y por el empuje de la nota roja (La Prensa) y los deportes (Esto) pero si algo podrá decirse de Mario Vázquez Raña es que convirtió el primer grupo de medios de México en una anquilosada estructura corproativa sin futuro ni visión y al deporte olímpico mexicano en un coto cerrado de mediocridad e impunidad. Faltan los escribanos que nos cuenten la singular historia de este doble fracaso del gallego universal. Nada aportó a México pero, sin duda, mucho le deben en España.

Barcelona 92 y el amigo mexicano


Como relata en sus memorias quien fuera director de la Agencia EFE,  el también gallego Alfonos S. Palomares, la influencia de Vázquez Raña en el olimpismo latinoamericano y en Laussane fue clave en la elección de Barcelona como sede de los JJOO de 1992. Mario "era uno de los grandes mandarines del deporte mundial,  presidente de los Comités Olímpicos Nacionales, poderosa voz en el COI, motor del deporte en el continente americanoy no sé cuantas cosas más. Un verdadero señor de los anillos" (pág 227). Recuerda Palomares:

Aunque pocos lo saben, el miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) Mario Vázquez Raña fue uno de los grandes electores para que Barcelona fuera designada sede olímpica. Gastó horas y horas enumerando razones para convencer a unos y a otros, además de dinero para visitarles en las más distintas partes del mundo. Sin el decidido apoyo de Mario Vázquez Raña, Juan Antonio Samaranch hubiera tenido muy difícil alzarse con la presidencia del COI.

Patronazgo que el mismo Samaranch confirmó en encuentro con el director de EFE que el magnate gallego aportó su avión personal y decenas de votos latinoamericanos para encubrarlo a la presidencia del COI en 1980. Confirmado en una entrevista  que el periódico barcelonés Sport le hizo a MVR en abril del 2010. Su poder de seducción se basaba en la combinación infalible: "un tipo simpático, abierto y generosamente rico"  que usaba "motoristas del gobierno" para apantallar a sus visitas ilustres en el aeropuerto del DF para luego moverlos en helicóptero desde su "inmenso ático con jardín y bar, gimansio y sala de proyecciones, sauna y baño turco" (pág 224)  hasta su residencia particular donde la esperaba Paquita, "la guapa chica de Beade" (pág. 225).

Samaranch y Vázquez Raña: amistades olímpicas / Imagen: Sport
        Samaranch y Vázquez Raña: amistades olímpicas / Imagen: Sport

En la intimidad del magnate, el gallego melancólico buscaba cualquier excusa para viajar a Avión y armar el ritual más importante del campesino español, la matanza del cerdo, bárbara tradición no apta para corazones sensibles y que acorde al relato de Palomares terminó con Mario "clávandole el cuchillo en la garganta para desangrarlo" o para ser más exactos "con los chillidos desgarrados del cerdo que sangraba a borbotones entre la hoja del cuchillo con el que Mario le buscó el corazón" (pág 232) en su papel de matón encargado de acuchillar al puerco.

Ceremonias para recordar la niñez gallega antes que MVR se fuera a un "desayuno con el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Carlos Salinas de Gortari", el msmo personaje que ya de presidente recibió a Palomares y  al enterarse de la buena relación entre ambos gallegos dio otro giro a la plática al punto que "este conocimiento nos facilitó la conversación" (pág. 206) La vía de los negocios fue siempre la misma: los empresarios hispano-mexicanos son la mejor carta de presentacion en Los Pinos porque gozan de la veneración y el respeto de los presidentes en turno. De Don Mario a Don Valentín Díaz Morodo pasando por el viejo Moisés Cosío en tiempos de Ávila Camacho, siempre hay un gachiupín en la antecamara esperando los parabienes del emperador criollo.

En Galicia loarán sus figura porque los hermanos Vázquez Raña, socios y amigos de Carlos Slim, y protectores del clan de Avión  (incluido Carlo Mouriño, papá del difunto secretario de Gobernación del sexenio calderonista), armaron la cadena de favores que convirtio a PEMEX en salvador de astilleros deshauciados. El resto de los mortales dirán, quizás, lo mismo que este solitatio tuit-resumen de todas las indiferencias:

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Se fue el matón de cerdos de Avión. El orgullo de su clan. Y su epitafio será que tuvo poder pero jamás gloria. Poco más puede decirse. Poco más quedará.

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