lunes, 16 de marzo de 2015

Por qué el despido de Carmen Aristegui liquidó la transición mexicana


Carmen Aristegui: una tragedia anunciada


Como se temía, sucedió. La noche del 15 de marzo del 2015 terminó, oficialmente, la transición cultural mexicana. El día que MVS dio por terminada la "relación laboral" con Carmen Aristegui se sacrificó a la periodista estrella de la radio mexicana al altar de la inquebrantable alianza entre Estado y Capital, síntesis de la modernidad mexicana. Pero la decapitación tiene más lecturas. Y ahí va una de ellas. La inexistente transición de un modelo autoritario a un régimen de "libertades" se asentaba en dos premisas que nunca fueron ciertas en el laberinto mexicano: elecciones libres por un lado (1988 y 2006 arruinaron el concepto) y periodismo veraz para contrabalancear el juego de los poderes fácticos.

Es fácil decir que todo resulta una ilusión en las democracias avanzadas pero resulta triste confirmar que ni siquiera los mínimos occidentales -alternancia de partidos y esfera pública oxigenada- llegaron a ser reales en un país donde todo pareció cambiar para volver a ser lo mismo.

Claro está que en el tránsito del nacionalismo (post)revolucionario al régimen neoliberal pasaron una inmensa cantidad de cosas. Pero a juzgar por el sacrifico final de Carmen Aristegui, solo puede decirse que la frase de Andreotti resultó cierta: el poder desgasta solo a quien no lo tiene.  Los vectores que arruinaron el Mexican Moment de los mexiquenses en Los Pinos (Ayotzinapa y la Casa Blanca) dañaron quizás el prestigio de Peña Nieto y su vuelo sexenal pero la reconfiguración de poderes que se estableció en sus inicios sigue adelante. 

El disciplinamiento y cohesión del capitalismo mexicano alrededor del proyecto empresarial de EPN no deja lugar a dudas: la familia Vargas sacrifica a una empleada molesta porque tiene en Los Pinos a un exempleado que es portavoz del presidente y puede ofrecerles varios interesantes amarres en asuntos de telecomunicaciones.

El altar del poder y los necesarios sacrificios


Nada nuevo en el ritual de los sacrificios humanos. En este país, nadie que se precie paga para que le peguen y Aristegui consiguió, por demasiados años, un estatus que solo existe en estos raros momentos de transición auténtica cuando las viejas reglas del sistema parecen desmoronarse y las élites fluyen sin control ni estrategia. Por eso la presentadora pudo vencer al presidente Calderón pero no pudo sobrevivir al retorno del PRI a Los Pinos.

Es fácil decir que Joaquín Vargas, dueño y señor de MVS Radio, tenía todo su santo derecho a correr a una periodista cuyo equipo no seguía los lineamientos internos que deben regir las relaciones entre empleador y empleado. Es lícito decir (y hasta suena cándido) que el patrón puede liquidar a quien quiera si esto le garantiza mayores y más redituables negocios. Es cierto, pues. Carmen Aristegui no trabajaba en medios públicos ni en radios comunitarias y si dos de sus redactores decidieron promover una iniciativa de filtración de documentos, o MéxicoLeaks, nada más lógico que despedirlos ipso facto pero...

No nos hagamos pendejos porque ni falta hace. Daniel Lizárraga e Irving Huerta fueron, finalmente, las dos personas que trabajaron la investigación de los arreglos mafiosos entre constructora Higa y el presidente en turno que seguía con otras pistas, confirmadas e incipientes, sobre otros favores del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú a miembros del ejecutivo federal.  Su defenestración, rápida y furibunda, marcaba el camino de esta tragedia mexicana. 

Su jefa no podía, bajo ningún concepto, aceptar tal humillación y su declaración del viernes 13 de marzo sentenciaba el asunto. Vinculó su destino al de sus periodistas y ese fue su testamento en tiempo real. La batalla por "nuestra libertad" fue todo un símbolo. Y su caída determina el fracaso del consenso social que necesitaba el presunto cambio de modelo.  

Carmen Aristegui no tendrá más tribunas en ninguna radio comercial y así concluye el último y necesario mito de la transición mexicana. Aristegui no será, pues, la réplica de Iñaki Gabilondo, aquel que construyó la legitimidad de la democracia ibérica mediante la construcción de una potente industria cultural dirigida por empresarios y políticos de alto nivel (Grupo Prisa). Nada de esto habrá sucedido en México porque este mismo modelo murió dos veces en tierra azteca.

La transición que nunca fue


El mismo consorcio de medios que inventó la transición cultural en España sacrificó, en estos lares, a su estrella radiofónica para garantizar sus negocios con el panismo durante el sexenio de Calderón. Es la historia de W Radio que sirve para constatar los límites mortales de una apertura cultural que debía vincularse a la alternancia política. Y Aristegui creyó que la protectora sombra de Jesús de Polanco le daría la independencia suficiente para hacer periodismo sin cortapisas. En enero del 2008, la "incompatibilidad editorial" de W Radio y la presentadora de Hoy por Hoy determinó el cese de su contrato.

Cuando en abril del 2011 fui invitado a su programa nocturno de CNN le pregunté justamente sobre este tema y su honesta respuesta fue decirme, al terminar la entrevista y acompañarme al ascensor, que ella creyó que en W Radio podría trabajar en libertad y que solo por eso decidió ignorar el hecho que la compra de la emisora por parte de un consorcio extranjero era ilegal. Pero finalmente, me dijo, se equivocó.

Lo que luego sucedió en MVS Radio -su primer despido y readmisión en febrero del 2011 que contó en un excelente, profético y finalmente fallido artículo- siguió el mismo trágico guion solo que los actos del desenlace se prolongaron en forma explosiva mientras los protagonistas buscaban, a ratos, evitar lo inevitable. Pero aquello el señor Vargas se atrevió a decir de un presidente saliente en agosto del 2012 -"Si te callas te doy, si no obedeces te quito"- quedó  en redundante hipocresía tres años después.

Cuando la noche del domingo 15 de marzo del 2015, don Joaquín liquidó a doña Carmen, no dijo "mato para que me den". Tuvieron que abusar sus escribanos del victimismo de los victimarios con expresiones tan pedestres como el ultimátum, los privilegios y las imposiciones de una periodista sobre una empresa que gusta del trabajo en equipo y la libertad de expresión.

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Añadir leyenda

                       Comunicado de MVS Radio sobre el despido de Aristegui


Tan fácil que era decirlo en español: para asegurar negocios varios, MVS Radio prescinde de una señora que molesta demasiado al presidente en turno.

El final de la transición mexicana no es Carmen Aristegui convertida en portavoz del orden social develando en sus programas a los enemigos del Estado (tal cual sucedió en el caso Sandino Bucio) y legitimando con su inmenso capital mediático un sistema injusto fundado en el consenso de las clases medias y la apatía de la prole. Nada de eso sucederá en este país que ya no existe.

La expulsión del olimpo mediático


Tanto el régimen político mexicano como los poderes fácticos que lo sustentan pueden prescindir de la hegemonía cultural mientras el orden de los negocios -del narco a la banca, pasando por concesiones y prebendas al calor de las privatizaciones- no esté sometido a amenazas o escrutinios fuera de control. Y el asunto de la Casa Blanca demostró que el equipo de Aristegui se tomaba unas libertades que en este bendito país se pagan con la expulsión del sistema.

En la cúspide de su felicidad vengativa, Federico Arreola -antaño señor de los cielos mediáticos, hoy abarrotero menor del ciberespacio- sentenció que el futuro de Carmen Aristegui está en la red porque ninguna radio comercial volverá a contratarla. El ocaso de José Gutiérrez Vivó tras su defenestración en 2008 o el risible espacio web que creó el antaño megalómano Pedro Ferriz de Con prueban que la vida fuera del olimpo mediático no es cosa fácil.

La periodista que podía desafiar al poder desde sus espacios de representación y marcar la agenda del día desde su cabina matutina desaparece. Lo que venga será mucho más rudo. Y el impacto mucho menor en un país donde internet no es, pese a todo, el factor dominante.

Hace semanas me preguntaba, enfático, quien detendría a Angélica Rivera y en verdad nadie ha frenado a la presidencia colonial.  La repetición, chafa y cansina, de la transición española en tierras mexicanas concluye con la segunda muerte de Carmen Aristegui. La socialdemocracia mediática topó con la cruda realidad y la tragedia concluyó en catarsis. El poder exorcizó sus demonios y nosotros seguimos en la orilla de la ciudadela mexicana, conscientes en demasía, que las llaves del reino nunca serán nuestras. Game over.

El 15 de marzo del 2015 murió, de muerte inducida, la transición cultural mexicana.  Una vez termine el velorio, seguirá en pie la ominosa pregunta: ¿Y ahora qué?

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