viernes, 6 de febrero de 2015

Ayotzinapa: verdad histórica y verdad oficial





¿Algún día reconocerán todos los resentidos sociales que en este país tenemos una lengua oficial tan sofisticada que permite reconvertir términos jurídicos como verdad histórica en grandiosa ficción publicitaria?

A finales de enero la Procuraduría General de la República decidió dar carpetazo al incómodo asunto de los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, y no pudo encontrar mejor forma de despedir el asunto que usando (y abusando) de un bello término: verdad histórica.

Solo que la palabreja no aplica.

La jurisprudencia mexicana establece que la verdad histórica es "la verdad absoluta, sustancial o material, plasmada en un espacio y en un tiempo determinado" (1), es decir, la utopía del derecho penal: una increíble acumulación de pruebas que permite establecer, sin duda alguna, lo sucedido en un crimen como el de Iguala la noche del 26 de septiembre del 2014. Ni siquiera en la simulación judicial que priva en nuestro país se considera que esta verdad absoluta sea factible. En todo proceso se busca, apenas, la verdad procesal, o la verdad legal particular que "se reduce al acreditamiento mediante la prueba idónea y lícita, formalmente obtenida y válidamente introducida, para justificar un hecho punible y la responsabilidad o participación del imputado en el delito, o bien, desde el punto de vista del imputado y su defensa, justificar plenamente la inocencia de éste" (2).

Los detenidos en el caso Ayotzinapa son la única fuente de prueba que exhibe el procurador Murillo Karam. A falta de periciales básicas como las pendientes pruebas de ADN de la Universidad de Innsbruck, solo existen los relatos de los presuntos asesinos. Y esos relatos van a determinar el peso de la prueba. Si se comprueba ante el juez que las averiguaciones previas fueron obtenidas mediante violaciones al debido proceso (torturas, por ejemplo) podrían, incluso, quedar en libertad. Pero en todo caso, y eso es lo que importa, el Ministerio Público no construye verdad histórica alguna. Solo abre las puertas a una verdad procesal que será tal si termina en sentencia inculpatoria para los acusados.

La otra verdad histórica 


Hay otra versión del mismo término La jurisprudencia internacional considera que "el relato colectivo —la verdad histórica que la sociedad establece— no está determinado ni por la versión del victimario, ni por la versión que la sociedad pueda hacer, aislada de la víctima —muchas veces, en calidad de mera espectadora—, de los hechos. El relato de la experiencia vivida por la víctima articula la verdad histórica. Esta verdad lo es, en primer lugar, acerca de lo vivido y padecido por la víctima" (3). Esta verdad de los hechos determinada por varias sentencias de la Corte Interamericana de Justicia en casos de violaciones a los derechos humanos convierte el relato de la víctima "en la verdad de lo que sucedió" (4).

En resumen, la verdad histórica de la PGR no aplica ni en el primer ni en el segundo caso. Sigue habiendo 42 desaparecidos, un solo cuerpo identificado y los relatos de supervivientes y familiares siguen siendo ignorados, ninguneados o desestimados, por el Estado mexicano. Mientras se excluye, completamente, la posible participación del ejército en los eventos, se da por supuesto que alguna organización criminal estuvo vinculada con la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos bien como sicarios infiltrados entre los normalistas bien como traficantes vinculados al director de la institución. La verdad y autoridad de las víctimas, fundamento de la verdad histórica, se convierten en manos del Estado mexicano en calumnia institucional contra los normalistas asesinados.

Pero ¿importa?

Que no haya verdad alguna en esta historia oficial es lo de menos. Lo importante es la genial inventiva de los letrados de la PGR, creadores de grandes y poderosas metáforas que encubren la realidad y rematan a las víctimas.

La ciudad letrada que fundó nuestro perenne orden colonial no muere. Se reinventa para seguir matando. ¡Pos qué vivan los licenciados!

Fuentes


1. Martínez Pérez, Mario Alberto, Diferencia sustancial entre verdad histórica y verdad procesal, disponible en http://www.juiciooraloaxaca.gob.mx/publicaciones/revista55JSL/DIFERENCIA%20SUSTANCIAL%20ENTRE%20VERDAD%20HISTORICA%20Y%20VERDAD%20PROCESAL.pdf

2. Idem

3. Rincón Covelli, Tatiana. La verdad histórica: una verdad que se establece y legitima desde el punto de vista de las víctimas.  Revista Estudios Socio-Jurídicos. Universidad del Rosario, Colombia. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=73309909

4. Idem.


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