[5] El continente vacío. La conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna (Madrid: Anaya & Mario Muchnik), 525 pp.; (México: Siglo XXI), 379 pp. (Tercera edición aumentada: Universidad de Cartagena; Universidad de Cali, 2011), 480 pp.
miércoles, 4 de junio de 2014
MIto y literatura: Eduardo Subirats contra el colonialismo académico
Publicado por Unknown en miércoles, junio 04, 2014
El pasado 22 de mayo del 2014 el filósofo y ensayista Eduardo Subirats presentó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM su último libro, Mito y Literatura (Siglo XXI, México), análisis de cuatro grandes obras de
la literatura latinoamericana: Pedro Páramo
de Juan Rulfo (1955), Yo el supremo de Augusto Roa Bastos, Los ríos profundos de José María
Arguedas (1958), Macunaíma de Mário
de Andrade (1928) y Os Sertões de Euclides
da Cunha (1902) con una mirada teórica esclarecida que rechaza la retórica
posmodernista y estructuralista para adentrarse en la memoria mitológica de un
continente desvastado por sus élites coloniales y sus intelectuales a modo que
siguen reproduciendo, en tierra de indios, el canon occidental.
Ejemplo perfecto de este bovarismo éxótico, o el complejo
de desapego con el mundo americano que muestra todo descendiente de europeos
según acertada definición del chileno Miguel Rojas-Mix, fue la espectacular confesión de uno de los ponentes en
la presentación de Mito y Literatura.
Excepto Pedro Páramo, no había leído
ningún de los otros libros analizados por Subirats. Tampoco sabía de la existencia
de la Antropofagia brasileña que junto al muralismo fue la verdadera vanguardia
–ni mimética ni clónica- de América Latina.
El logos colonial
que se impuso desde 1492 no solo fue guerra, exterminio y expolio. Su esencial
encomienda fue la “sustitución de un orden mitológico por un sistema lingüístico,
teológico y jurídico elevado a logos universal” (Subirats, 2014, pág. 411). Cambiar el mismo
orden del ser para erradicar siquiera la imagen de lo que un día fue. Este
proceso de rescate, teoría y análisis del continente vacío culmina, momentáneamente,
con esta excelente edición de Siglo XXI
Editores.
Razón por la cual pedí al propio Eduardo una copia de su plática
de mayo en el salón de usos múltiples de Filosofía y Letras. En esta
perspectiva postcolonial que se abre paso en la ciudad letrada de América
Latina, la obra de Eduardo Subirats
cuestiona de raíz “el formalismo estructualista, el racionalismo positivista y
empírico-crítico” que mantiene, en esencia, la herencia misionera del imperio
español. Puede que esta sea la razón que sus textos provoquen generalmente al cuerpo académico de todas las ciudadelas
que un día construyó su católica majestad.
Y aunque provocar es un verbo ambiguo –bueno para provocar
ganas de bailar con este profesor de la New York University o ganas de linchar a tan peligroso iconoclasta- lo
cierto es que los caminos de Subirats no coinciden con las convenciones del
poder intelectual. Le costó (casi) su exilio español y diría yo que solo su impresionante
currículum, su papel en la academia estadounidense y la vieja y subterránea rebeldía
de cierta academia latinoamericana contra sus patrones-colonizadores explica el
hecho que su presencia sea cosa habitual en México. Se agradece porque me recuerda que se sigue pensando más
libremente en esta orilla del Atlántico que en la Madre Patria donde incluso
tener una república es una quimera prohibida por el poder.
PRESENTACIÓN DE MITO Y LITERATURA / EDUARDO SUBIRATS
Amigas y amigos,
He venido a presentar tres libros – Mito y literatura, Deconstrucciones
hispánicas y Filosofía y tiempo final
–. Permítanme unas palabras de justificación.
Deconstrucciones hispánicas[1]
es una colección de conferencias sobre un tema que he tratado sucesivas veces,
en particular en mi libro Memoria y
exilio: la prolongada decadencia del nacional-catolicismo español, desde el
siglo dieciséis hasta nuestros días.[2] Al mismo tiempo, denuncia el
vacío político e intelectual de la conciencia europea contemporánea en la que
se enmarca el actual colapso de la monarquía borbónica. Pero es también un
libro que formula un programa afirmativo en torno a un renovado concepto de
esclarecimiento.
El segundo libro, Filosofía
y tiempo final, es una miscelánea de ensayos publicados desde mis años de
estudiante en Berlín hasta el día de hoy.[3] Es una antología que no
tiene otro propósito que citar los pasajes de un aprendizaje intelectual a lo
largo de una serie de hitos de la conciencia moderna: la teología y las
filosofías de la colonización americana, la ausencia de una tradición
esclarecida en el mundo hispánico, la crisis de la conciencia europea en el
romanticismo, la estética de la modernidad o la truncada función del
intelectual en las sociedades contemporáneas, y un epílogo sobre la deriva del
pensamiento filosófico en el mundo actual (que ha sido suprimido en esta
edición por razones técnicas). Lo repito: la única virtud de estos ensayos consiste
en describir un aprendizaje individual desde una situación geopolítica marginal,
la ibérica e iberoamericana, con respecto a los centros productores de
pensamiento global; y un aprendizaje desde una posición intelectual distante con
respecto al establishment anti-intelectual español y al hispanismo
norteamericano.
Pero quiero dedicar esta presentación fundamentalmente a Mito y literatura.[4] Cuatro razones: es mi
último libro, traza una alternativa a la comercialización y trivialización de
la literatura contemporánea, pone de manifiesto la ausencia de una teoría literaria
y, no en último lugar, plantea una renovadora reflexión poética, lingüística y metodológica
en torno a las literaturas y las culturas de América latina.
*
Desde un punto de vista personal este libro es la
expresión de un deseo de penetrar en las almas latinoamericanas representadas
por cinco obras literarias maestras del siglo veinte: Macunaíma, Los ríos profundos, Pedro Páramo, Grande sertão: veredas y
Yo, el Supremo. Esto quiere decir que
reconstruyo hermenéuticamente estas novelas como un viaje de conocimiento y
transformación a través de universos mitológicos, culturales, políticos y
poéticos las más veces ignorados bajo las clasificaciones académicas de
realismo mágico y literatura fantástica, o las etiquetas comerciales de
literatura de ficción.
Pero subrayo también esta aproximación “personal” a la
literatura, en abierta polémica a su fragmentación y formalización académicas,
como el único camino que permite elevar los significados de la obra de arte a
sus momentos ontológica y psicológicamente más profundos. Este es el punto de
vista de una teoría literaria que no acepta su departamentalización y fragmentación
corporativas, su subsiguiente
achatamiento a textos e intertextualidades, y su formalización estilística o
gramatical. Mi análisis comprende, por el contrario, la reflexión
antropológica, histórica, estética, política y, no en último lugar, metafísica
a partir de la obra de literaria.
Esta definición filosófica de teoría tiene otra
consecuencia. Realza un concepto activo de lector, en lugar del consumidor espiritualmente
paralítico que imponen los controles académicos y la trivialización comercial
de la literatura como ficción. Al mismo tiempo, destaca el carácter individual
y único de la creación artística y sus dimensiones al mismo tiempo subjetivas y
políticas, que la corporación académica suplanta por sujetos lingüísticos,
psicológica e históricamente vacíos, y un creative
writing oportunísticamente bagatelizado.
El ejemplo de una novela que todos ustedes conocen, Pedro Páramo, puede ser ilustrativo.
Bajo su forma lingüística y su estructura narrativa he puesto al descubierto el
vínculo emocional de las mujeres de Comala con las diosas y los dioses
mesoamericanos antiguos, vivos en las memorias populares e indígenas, por más
que acosados y reprimidos por la teología colonial cristiana. Al mismo tiempo,
he mostrado la estructura racional que vincula la función culpabilizadora representada
por el sacerdote Rentería con la lógica del expolio, la violación y la muerte
que distingue el caciquismo mexicano. En tercer lugar, he desentrañado en el
personaje de Susana Sanjuán, la verdadera protagonista de la novela de Juan
Rulfo, la epifanía de una diosa mesoamericana, una síntesis de Coatlicue y
Xochiquetzal. Susana es una diosa del amor erótico, y de la vida y la muerte, por
mucho que el sujeto colonial y poscolonial, patrocinado por el personaje de Pedro
Páramo, no sea capaz de ver en ella más que una pura Virgen de Guadalupe.
Bajo la fascinación religiosa que despiertan las sometidas
diosas de Comala, y del dolor que generan los cuadros de opresión católica y
machista a lo largo de esta novela, señalo una estructura profunda, a la vez
psicológica, política y mitológica, frente a la que las semiologías
estructuralistas y postestructuralistas son programada y programáticamente ciegas.
Pongo de manifiesto la interrelación entre una memoria religiosa y mitológica precolonial
reprimida, la retórica de la culpa originaria y su redención eclesiástica como
principio sacramental y corrupto del poder teológico y político. Por último
subrayo la fundamental importancia metodológica de los escamoteados vínculos
extratextuales con la realidad social y política, sin las que es imposible la
comprensión de toda obra literaria.
Se lo puede llamar una hermenéutica mito-poética. La
poesía poética y la poética como creatividad remontan necesariamente a las
memorias simbólicas y mitológicas de las palabras. Desde el punto de vista de esta
memoria mitopoética, por ejemplo, el inframundo de Comala es el Tlalocan
mesoamericano. Y toda la novela de Pedro
Páramo puede reconstruirse a partir del choque irreconciliable entre el
inframundo azteca y mesoamericano y el infierno de la mitología cristiana.
Pero el método de análisis literario que expongo en Mito y literatura no solamente entraña una
hermenéutica mito-poética. Tengo que señalar también la función esclarecedora
en un sentido tanto estético como político que necesariamente atraviesa el
análisis de estas novelas. Su reconstrucción es esclarecedora por el simple
hecho de confrontar las lógicas y teologías de su hibridación, desarticulación y
disolución. Es esclarecedora allí donde revela el choque violento del orden
mitológico del mundo con el verbo y logos de un poder teológico, científico y
político enajenante. Es esclarecedora en la medida en que pone de manifiesto la
complicidad de la escolástica estructuralista con este mismo proceso de
desmantelamiento colonizador de las memorias. Y es esclarecedora, en el caso
que aquí he elegido como ejemplo, es decir Pedro
Páramo, porque confronta la hibridación católica y la disolución las
memorias mitológicas de Comala bajo el despojo caciquil, la culpa y
subjetivación eclesiásticas, y las diversas figuras de violencia que recorren
la historia de Latinoamérica hasta el día de hoy.
Existe todavía un tercer aspecto de este método y teoría
mitopoéticos que también tengo que subrayar: su dimensión estética. Una
estética entendida como teoría de la experiencia a la vez sensible y metafísica
de las cosas. Y entendida como una teoría de los momentos misteriosos y
mistéricos inherentes a las novelas que analizo en este libro y que, en Pedro Páramo en particular, cristalizan
bajo la figura del incesto sagrado de Juan Preciado con la Tierra caliente y
húmeda en el Tlalocan de Comala.
Este momento mistérico y metafísico plantea
necesariamente un concepto prohibido por la antiestética de la avant-garde: el
concepto de belleza. En las novelas que analizo en Mito y literatura esta experiencia a la vez estética y mitológica
de belleza se representa como una perfección intrínseca de la naturaleza y el
cosmos, y una unidad no dualista de sus fuerzas generatrices y conflictivas del
ser y el no-ser, y de la vida y la muerte. Aquella misma síntesis que
encontramos en la pareja Xochiquetzal-Coatlicue encarnada en el personaje de
Susana Sanjuán de Pedro Páramo.
*
A esta mirada mitológica, psicológica y política sobre las
poéticas latinoamericanas modernas le precede una historia que aquí no puedo
dejar de mencionar. Lo que antecede a Mito
y literatura es El continente vacío.[5] Este libro lo escribí
mientras mis ex-compatriotas españoles se entregaban a la celebración de la ilusoria
grandeza nacional de su cruzada imperialista de ultramar, que destruyó íntegramente
las culturas de América. Me refiero al Quinto
Centenario, bajo cuya propaganda se liquidó
la edición española de El continente
vacío. La razón del acoso institucional a esta obra fue su tesis principal:
la crítica de la teología política de la colonización; una crítica de la
teología política representada por San Pablo y Las Casas.
Pero la conclusión afirmativa de El continente vacío no es menos importante que su crítica de la
teología política del colonialismo. Esta conclusión se articula en torno a la
deslumbrante, aunque ignorada, figura intelectual del humanista Garcilaso el
Inca. Y subraya su proximidad con respecto al filósofo sefardí Leone Ebreo, de
quien tradujo al hispanoamericano su obra Dialoghi
de amore. En El continente vacío cierro
mi análisis del proceso colonial con una observación sobre la teoría estética de
Garcilaso que se desprende de este dialogo intelectual que protagonizó entre el
universo espiritual sefardí y la cosmología inca.
Resumiré esta conclusión estética en dos palabras: La aproximación
literaria y filosófica a la memoria mitológica de las Américas es el fundamento
necesario de toda poética postcolonial. Y quiero subrayar que este diálogo
literario y filosófico con las religiones, las cosmogonías y los mitos
originales de América posee una tradición paralela en el humanismo esclarecido
europeo representado por Bruno o Spinoza en el contexto del humanismo europeo, o
por Erich Neumann o Karl Kerenyi en el humanismo del siglo veinte. Y que es una
tradición que ha sido enterrada bajo la militancia antihumanista, antiestética
y reaccionaria del estructuralismo y sus escoliastas.
*
Quiero terminar con una importante observación histórica.
Mito y literatura parte del Movimento Antropofago de São Paulo, liderado
por Oswald de Andrade, Tarsila do Amaral y Mário de Andrade, como origen de la
modernidad latinoamericana del siglo veinte en las artes y la arquitectura, lo
mismo que en la literatura y la música. Este origen no hay que buscarlo en los
programas de Marinetti, ni en el cubismo de Lèger o la arquitectura de Le
Corbusier, ni en las novelas de Faulkner, ni mucho menos en los sucesivos international styles dictados por el
MoMA de New York a lo largo de la Guerra fría. El Manifesto Antropófago es el acta de nacimiento de la modernidad
latinoamericana en todo lo más positivo y profundo que este concepto pueda
encerrar: su memoria mitológica, su crítica del colonialismo y su libertad de cuerpo
y alma. Eso explica también su marginación y silenciamiento por parte de los
dictados museográficos y latinoamericanistas norteamericanos desde 1945.
Quiero resumir esa estética y política latinoamericanas de
la Antropofagia brasileira bajo tres principios elementales: la defensa de un
origen religioso de América latina a partir de los mitos indígenas y los ritos africanos;
la exaltación estética y política de un orden civilizatorio matriarcal y una
relación armónica de la civilización moderna y la naturaleza; y tercero, la
constitución de una sociedad democrática, solidaria y políticamente soberana,
frente a las pretensiones coloniales sobre América latina del imperialismo
europeo y norteamericano.
*
No puedo despedirme sin expresar mi gratitud hacia todos
los profesores y estudiantes que en Guanajuato o Cali, en São Paulo y Puebla, o
en Lima y Bogotá, así como en la Ciudad de México han acompañado el proceso de
creación de Mito y literatura. Ni
puedo dejar de agradecer al Dr. Jaime Labastida por la impecable edición de
este libro. Ni a Arturo Aguirre y Antonio Duran por su edición de Deconstrucciones hispánicas y Filosofía y tiempo final.
Eduardo Subirats
Ciudad de México, 22 de Mayo de 2014
[2] Memoria y exilio (Madrid: Losada, 2003). Una versión corregida y notablemente aumentada de
esta obra está por publicar.
[4] Mito y
literatura (México: Siglo XXI,
2014).
[5] El continente vacío. La conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna (Madrid: Anaya & Mario Muchnik), 525 pp.; (México: Siglo XXI), 379 pp. (Tercera edición aumentada: Universidad de Cartagena; Universidad de Cali, 2011), 480 pp.
[5] El continente vacío. La conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna (Madrid: Anaya & Mario Muchnik), 525 pp.; (México: Siglo XXI), 379 pp. (Tercera edición aumentada: Universidad de Cartagena; Universidad de Cali, 2011), 480 pp.
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