El escándalo OHL (o las conversaciones entre directivos y 
funcionarios de esta corporación ibérica en México sobre sobrecostos, 
fraudes y mordidas en el caso del Viaducto Bicentenario) nos ofrece una 
primera, e inusitada, perspectiva sobre el funcionamiento real del sistema de colusión político-empresarial.
 Es cierto que las grabaciones no tienen un sabor tan local: la 
maquinaria de la corrupción en servicios públicos es norma universal 
pero en estos lares el capitalismo de compadres y las puertas giratorias entre poderes formales y fácticos goza de ciertas peculiaridades. Se percibe la impronta del conseguidor que desde finales de la Castilla medieval se acerca al poder para ganarse prebendas y saquear el común.
Y el caso OHLMEX se merece todos los focos. No importa que algunos medios españoles se lucieron 
confundiendo
 el gobierno federal con el gobierno del Estado de México  (estado libre
 federado,  equivalente a una comunidad autónoma) porque el impacto de 
las revelaciones transcendió a las costas peninsulares desencadenado un 
tsunami entre las empresas del cártel español, golpe inesperado que solo
 tiene un antecedente; el 
escándalo BBVA que estalló la 
primavera del 2002 y solo pudo 
salvarse gracias
 a la complicidad del instructor de la causa, Baltasar Garzón, con la 
cúpula del Estado español (del rey Juan Carlos I al presidente José 
María Aznar) para 
destruir la credibilidad del testigo clave, Nelson Rodríguez.
 Pero, a diferencia de aquel entonces, no existe hoy un informante con 
documentos precisos que pueda llevar a juicio a OHL. Aunque ni falta 
hace. Las grabaciones son ilegales pero sus efectos serán reales. Y 
dejarán secuelas.
Este artículo quiere ser, ante todo, un viaje al
 cinismo de las élites, peninsulares y criollas, que hicieron del 
coyotaje un modus vivendi. Y estas filtraciones nos recuerdan la obvia verdad de barquero. Cualquiera
 llega a saber para qué sirven los economistas (maquillar resultados, 
inflar presupuestos y timar a inexpertos políticos), las concesiones y 
contratas (privatizar servicios públicos y cargarle a la hacienda 
nacional los fracasos privados) y los altos cargos del gobierno local, 
estatal o federal (encargados de negocios al servicio de las 
corporaciones).
Pero esta historia merece, tras su disfrute 
estético, un poco de contexto. Porque lo que muestra y señala expone la 
misma esencia de la hispanidad corporativa que se practica, con 
parecidos rituales, en Madrid y en Ciudad de México.
Amistades peligrosas
Lo interesante en este caso de espionaje telefónico es que resume, en dos partes, 
la antropología de la colusión o los componentes culturales de la impunidad.
 Toda una formación discursiva emerge de dos tandas de conversaciones: 
la primera permite seguir el relato del tráfico de influencias entre el 
secretario de Comunicaciones del Estado de México, Apolinar, o 
Polo,
 Mena Vargas y el representante legal de OHL México a partir de un 
asunto banal. La logística de las vacaciones del alto funcionario y sus 
problemas de agenda. Wallentin se encarga que 
le cambien el paquete vacacional contratado en el hotel Fairmont Mayakoba, ubicado en exclusivo 
resort  de esta constructora en la Riviera Maya, y luego decide correr con los gastos.
 Previa autorización de Oteyza, le dice que la empresa se encarga que “seas nuestro invitado”
 del 25 al 30 de diciembre del 2014. Un gasto total de 124,038 pesos que
 corrió a cargo de OHL aunque tras las filtraciones del 7 de abril del 
2015 salió a 
desmentir la historia el propio Apolinar Mena.
Pese
 a lo cual, la filtración suena coherente: El pasado 12 de diciembre, 
Wallentin le dice que OHL depositará en su cuenta para cubrir sus 
gastos. El humor no falta. Cuando el directivo le preguntó al compadre Polo cuanta
 cuestan sus vacaciones navideñas y el secretario le dice que unos 
“ciento cincuenta”, éste responde, burlón, “te vas un año ¿o qué?”. La 
posterior llamada del 23 de diciembre –de Mena al mayordomo del Fairmont
 Mayakoba- no deja lugar a dudas. El Secretario de Comunicaciones le 
recuerda y confirma que “me invitaron ahí la gente de OHL”, los mismos 
que “se iban a encargar de todo”, lo cual confirma el empleado del 
resort al devolverle la llamada: “Efectivamente, OHL pagará la estancia y
 todos sus gastos fundamentales”. Está todo dicho.
https://www.youtube.com/watch?v=RRM0tARI_fM
En este collage de pláticas telefónicas, habidas entre noviembre y diciembre del 2014, se detecta la confusión absoluta entre los intereses de la corporación española y el gobierno del Estado de México.
 El secretario no solo delega sus asuntos vacacionales en su amigo 
Wallentin, también le comenta de asuntos reservados, y conjuntos, con el
 secretario de gobierno, José Sergio Manzur, e incluso le 
recuerda al directivo de OHL la necesidad de reunirse pronto con Juan 
Osuna Gómez y Sergio Hidalgo, hombres fuertes de la compañía, a lo cual 
responde el operador de Oteyza con un servicial “tú mandas”.
Lo 
importante, recalca el alto funcionario mexiquense, es “coordinar 
agendas” con el presidente de OHL México. En medio, aparece el nombre de
 Serrano (o Francisco Javier Serrano Dávila, 
director general
 de Construcción de Obra Pública del Gobierno del Edomex). Y para 
redondear la intimidad de los negocios, basta oír ciertos detalles de la
 conversación del 12 de diciembre del 2014. Mena afirma que en la mañana
 siguiente se reunirá con el gobernador Eruviel Ávila para tratar 
asuntos, o pendientes, de OHL en el Valle del Don, una vialidad de 
Ecatepec, el asunto de las tarifas (o la petición de 
aumento del 30 % de los peajes
 del Viaducto Bicentenario) y otras cuestiones menores.
Confianza total entre un servidor público y un directivo de una empresa extranjera que en el contexto histórico no tiene desperdicio 
teniendo en cuenta que
 “el 12 de febrero, el Congreso local de Toluca aprobó una iniciativa 
que reforma la fracción IV del art. 17.43 del Código Administrativo de 
la entidad, que permitirá que OHL explote hasta 2051 la concesión del 
CEM, que ya es un bien público, pues ya se pagó la inversión”.
 
Así pues, 
la protección legal del gobierno mexiquense a los propietarios del Circuito Exterior Mexiquense se ejerce igual que en España:
 prorrogando sine die las concesiones mientras se permite, a su vez, que
 la empresa que gestiona esta autopista conurbada del oriente del Valle 
de México 
venda activos del CEM y los use como garantía para 
pagar parte de su deuda internacional. Un amasijo de trampas financieras recogida en el sitio web 
finalabuso.com cuyas críticas recogía 
sinembrago, mx en febrero de este año.
Timadores sin fronteras
La segunda conversación subida a
 YouTube hace
 ya varias semanas es singular. Incluso esclarecedora, porque resalta la
 parte menos contada de los negocios turbios entre Estado y empresa. De 
costumbre, los empresarios adviertan, con pose adolorida y rictus 
victimista, que deben pagar mordidas a cualquier nivel de gobierno para 
conseguir todo tipo de contratos. Así se crea la sensación que el 
honesto burgués es víctima de un parásito estatal, tenebroso y 
despótico, que chupa las fuerzas del capital creativo. 
¿Pero y si ciertos empresarios fueran también timadores de altura que pretenden engañar a gobiernos amigos
 con espejitos personales (viajes y casas, por ejemplo) a cambio de 
estafar a la hacienda pública por la vía del fraude y la manipulación 
contable?
https://www.youtube.com/watch?v=Cp_8oGmkWyc
La grabación de 
un carrusel de llamadas entre altos funcionarios de OHL la mañana del sábado 10 de enero del 2015
 arroja una luz casi hiriente sobre la contraparte del ogro 
filantrópico. Lo que se infiere de esta junta virtual de comisionistas 
–operadores que 
subcontratan
 los trabajos de construcción y se quedan con la gestión y operación de 
las vías públicas- es que OHL tenía a principios de este año un problema
 grave que debía solucionarse in extremis, El asesor de finanzas del 
Edomex, 
Antonio Huerta, 
Toño
 en las grabaciones, se dio cuenta que los reportes de OHL al gobierno 
estatal eran, básicamente, un amasijo de mentiras recubiertas de 
lenguaje tecnocrático.
Y empieza a pedir concreción sobre las inversiones reales de la empresa española. Al detalle y sin florituras, exige tener los 
análisis marginales,
 es decir, “el aporte de cada producto o servicio de la empresa a las 
utilidades de ésta” para determinar, por separado, ingresos y costos de 
todas las obras adscritas al proyecto del segundo piso del periférico en
 su tramo mexiquense para 
justificar, o no, el incremento de tarifas que pide, o exige, OHL México. Eran tiempos preelectorales y entre retrasos, accidentes, embotellamientos e inconformidad social, se antojaba ser prudente.
La publicidad oficial afirmaba que el 
proyecto “está
 estructurado en tres fases: la primera consiste en un viaducto con 
carácter reversible de 22 km, entre el ex-Toreo y Tepalcapa; en la 
segunda fase se ejecutará un segundo viaducto en paralelo una vez 
alcanzado el máximo aforo vehicular, y en la tercera se prolongarán 10 
km ambos viaductos”.
La realidad era justamente otra. El incremento en la tarifa
 no era para adelantar la tercera fase de las obras que OHL no pensaba 
realizar nunca –y ese es el “fraude” que Oteyza confiesa a su querido 
Wallentin- sino para tapar los boquetes contables del corporativo que 
tras inflar, desmedidamente, los beneficios del Viaducto Bicentenario, 
con falsos estimados de tráfico (55 mil vehículos diarios), necesita más
 liquidez para tapar su mísera cuenta de resultados. En otras palabras, 
una pirámide o esquema Ponzi donde los nuevos ingresos apuntalan un negocio en ruinas y permiten seguir con el juego de la simulación.
Hasta que alguien te graba. Y todo termina.
Cuando los
 medios del poder,
 desde TV Azteca al periódico La Razón, destripan sin piedad al 
corporativo español, hay mar de fondo. Y el escándalo llega a España, se
 filtra entre los accionistas y los títulos de OHL se convierten en 
zombis esperando la llegada del exterminador. No hacen falta tribunales 
ni juicios. Basta 
la ruda exposición mediática de una banda de estafadores de alto copete para que los analistas de bolsa 
consideren
 que a OHLMEX  como  “una  empresa  de  alto riesgo” cuya  
“credibilidad  entre  el  público  inversionista  se  ha  deteriorado  
significativamente,  lo  que  podría  mermar  su  crecimiento  en  los  
próximos  trimestres  por  la  menor  confianza a la compañía”.
El final se acerca cuando personajes vinculados a la tenebra periodística tiran a matar contra los coyotes de la hispanidad corporativa. Mauricio Flores, por ejemplo:
“…el
 incremento en 30 por ciento en el peaje a partir de este año, al pasar 
de 51.41 pesos a 66.8 pesos el costo de transitar ese Viaducto Elevado 
que va de Cuatro Caminos al entronque con la autopista México-Querétaro,
 un incremento siete veces superior al de la inflación, pero que le 
permite a OHL un modificado título de concesión. Esa “transa que estamos
 haciendo” como diría Pablo Wallentien (sic), representante de la 
constructora, sería “cobrar por Adela” como si ya se hubiera construido 
la Segunda Etapa, o sea que sus 22 kilómetros fueran ya de cuatro 
carriles (y no dos reversibles), al obtener un aforo diario de 55 mil 
vehículos tal y como aceptaría el director técnico Jesús Campos López. 
Pero ello sucederá en el mejor de los casos entre 2023 y 2027, según el 
dicho atribuido al director de planeación financiera José Luís Muñoz.
El
 origen de esto (“la mierdota que hacemos” según dijo Wallentin) es que 
la obra se valuó en cuatro mil 100 millones de pesos pero que llegará a 
12 mil millones de pesos hasta la Segunda Etapa y con estimaciones de 
aforos amañadas. Y reconocen que la Tercera Etapa de cuatro carriles 
—hasta pasando la caseta a Querétaro— es prácticamente imposible de 
lograr incluso en 2033.
El
 aumento de tarifas sin realizar inversiones es atribuido por De Oteyza 
al delegado consejero de OHL España, Juan Osuna, trampas que ya eran 
detectadas por el asesor financiero del Edomex, Antonio Huerta y de 
quien deseaban convenciera al entonces secretario de Finanzas, Erasto 
Martínez, de encarecer el peaje". La Razón, 7 de mayo del 2005. 
Los analistas sentencian, o 
descuentan,
 “ajuste en las tarifas del Viaducto y una indemnización por daños y 
perjuicios”. Otros pensamos que el tigre de papel que creó Villar Mir 
caerá por efecto de la pirámide descubierta. Como señala 
Eréndira Espinoza, la mera suspensión de cotizaciones en la Bolsa Mexicana de Valores le costó a OHLMEX una 
pérdida de más de 11 mil millones de pesos que también se resintió en el IBEX
La esencia de la colusión
La
 sesión de llamadas sabatinas entre directivos y empleados de OHL se 
siente, decíamos antes, como una antropología de la colusión. Es la 
confesional de una banda de estafadores de cuello blanco que organizan 
una pirámide financiera y descubren que se pasaron de lanza. Y 
podrían ser descubiertos. Revela, también, un estilo descarnado y cínico
 de compadres que se la viven en la tranza. Entre sarcasmos, culpas y 
desprecios, Wallentin se convierte en el eje central de un mediometraje 
inusual rodado en el corazón de las relaciones que cimientan el poder en
 México.
Así hay que verlo. Incluso más allá de 
sus certeras consecuencias sobre la línea de flotación de OHL en todo el mundo.
 Hay momentos inenarrables. Cuando el operador de OHLMX platica con el 
director de planeación financiera de OHL, José Luís Muñoz y le confiesa 
que no es tan fácil poner a un ejecutivo de rodillas. Quiere que Muñoz 
le cocine las cifras a Serrano para que éste acepte los números 
maquillados de OHL y luego “se los pase a Erasto” (el ex secretario de 
Finanzas del Edomex, 
Erasto Martínez) y se pueda resolver el malentendido con una fraternal comida de cuates pero reconoce Wallentin su punto débil: 
no basta decir que “el gobierno es nuestro empleado”. Se requieren mañas y estilo porque en cuestión de arreglarse, la cosa es entre pares. Y nadie quiere que le vean la cara.
Luego
 están las risas del representante de OHL México cuando se entera que la
 “mierdota” del Viaducto Bicentenario tuvo un sobrecosto de 7 mil 
millones de pesos.  Pura alegría de coyote en estado de ebriedad 
cósmica. Felicidad del comisionista que lucra sin hacer nada. Pero la 
confesión no termina ahí. El cerebral Muñoz relata al representante de 
OHL los tecnicismos del fraude y el directivo convierte cifras en 
poesía: la constructora “se chinga toda la lana, 3 mil millones de 
pesos, cabronamente nada más, de puro margen”. De la cual Quinde (
Héctor Quinde Razuri, 
director de explotación
 de OHL México) “se chinga el veintitantos por ciento”. Pero media hora 
de llamadas permite casi todo. Como descubrir, al decir de Muñoz. “que 
no somos eficientes en costos”.
Y se menta la soga en casa del ahorcado. O la eficiencia del rival, 
Pinfra, la constructora de
 David Peñaloza Sandoval,
 quien fuera jefe del Oteyza cuando fungía como rey de las concesiones 
durante el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994). Un emporio 
carretero llamado Tribasa que pareció desplomarse entre el efecto 
tequila y la deuda acumulada a finales de los noventa. Pero no fue así. 
La matriz, hoy reconvertida en Pinfra, renació de sus cenizas con el apoyo de presidentes prisitas y panistas
 que mantuvieron sus concesiones de tal forma que el millonario, 
encarcelado en España en 2002 y liberado en México el 2003, volvió a la 
lista de los ricos de 
Forbes hace apenas un año, limpio de culpas y adeudos.
Y ahora contempla, complacido quizás, el derrumbe de su amigo 
Oteyza cuya 
tendencia a limpiarse las manos cada vez que hay problemas se está volviendo legendaria. Cierto. Como bien dice el 
churumbel de España,
 cuando el fraude se sepa él ya estará muerto. Y en el camino, cuando 
menos, advenedizos como “el gandalla de Osuna”, caerán del pedestal 
corporativo por inventar, primero que los mexicanos, inversiones que 
nunca pensaron hacer.
Se aprende, pues, escuchando la novela de 
los coyotes hispano-mexicanos. Entiende uno mejor el caló de las altas 
finanzas y la baja política. 
Hasta el desagrado que produce el cártel español entre sus mismos socios. Señala
 el representante de OHL México que sus costos operativos son altos “por
 sueldos de españoles”. Y es dedicatoria al doble sueldo de 
Juan Osuna Gómez en Madrid (Consejero Delegado de OHL Concesiones) y en el DF (Vicepresidente de OHL México)
Y
 es que se cree “más listo que todo el mundo” dice un irritado Oteyza 
que no soporta, al parecer, el intrusismo profesional de los conseguidores ibéricos, deseosos de fama y riqueza, pero igualmente capaces de arruinar, por fantasiosos, las redes de afinidad que por años cultivó este hijo de exiliados vascos.
Cosas
 que se descubre uno escuchando tan jugosas filtraciones. Confirmaciones
 de una hipótesis que desarrollé en ensayos y libros. Cuando el cártel español de los negocios puentea a los coyotes locales, las cosas salen mal.
 Aunque el caso Oteyza quizás pruebe lo opuesto: los veteranos del poder
 traen pleitos añejos y puede que la matriz española esté pagando, 
ahora, el precio de una vieja vendetta. Como sea, el costo será alto. Y 
definitivo. Porque los viejos reyes del coyotaje, empezando por Juan 
Miguel Villar Mir, tienen un pie en la tumba y concesionarias como 
Obrascón Huarte Laín dependen demasiado de los contratos en México. Y 
este demasiado explica (casi) todo:
Desde
 noviembre de 2014, el valor de las acciones de la empresa en la Bolsa 
Mexicana de Valores (BMV) ha mostrado un descenso, pues inversionistas 
consideran que la controladora en España está ‘ordeñando’ a su filial 
mexicana al vender 7.5 por ciento del capital social de la compañía, por
 un monto aproximado de 3 mil 900 millones de pesos y de los cuales, OHL
 México no recibió nada. El Financiero, 12 de marzo del 2015. 
La 
ordeña
 podría terminar pronto. Y esta vez no tiene por qué ser la fantasía de 
este tecleador solitario. En la jungla darwinista, cualquier puede caer.
 
Y OHL luce ya como pirámide tocada, expuesta al galopante temor de los accionistas.
 Los mañosos de Villar Mir sintieron que en México nada podía fallar. 
Tengo la impresión que no andaban equivocados pero tras un largo paseo 
triunfal, 
la empresa emblemática de la corrupción ibérica recibe su primera puñalada. Y no fueron los opositores a la 
Supervía Poniente,
 los irritados usuarios del Viaducto Bicentenario o los periodistas 
maliciosos quienes hundieron el cuestionado prestigio de la constructora
 fantasma.
Dudo, incluso, que nunca se llegue a saber con certeza quien sentenció su destino azteca. Pero si esto fuera el primer descalabro del cártel español en México
 me doy por satisfecho.  A sabiendas que los nuevos concesionarios harán
 lo mismo que los viejos. No hace falta engañarse: la rueda del coyote 
seguirá. Porque la ilusión del cambio se esfumó en México hace ya mucho 
tiempo y los poderes reales andan tranquilos en medio de la debacle 
social. Así que solo queda sentarse a ver este juego de tronos 
corporativo donde, de todos modos, usted y yo igual saldremos debiendo.
 
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