Un artículo de El Mundo sobre la fortuna que Juán de Borbón legó a su hijo Juan Carlos I desató otra tormenta informativa sobre la casa real. El clima para la abdicación del otrora intocable rey de España parece diseñado en las más altas instancias. Aún así, este texto de Hugo Martínez Albarca en La Marea señala que tal revelación podría ser un señuelo para despistar sobre otro asunto: la evasión fiscal que Juan Carlos I practicó por más de tres décadas en una red de negocios privados al amparo público que la prensa corporativa protege a rajatabla.
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Dinero negro y evasión de divisas: las bases del milagro español. |
El 20 de marzo el diputado de Izquierda Unida, Alberto Garzón, presentaba una batería de preguntas sobre los negocios de Juan Carlos de Borbón y Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Entre ellas preguntaba “¿Tiene conocimiento el Gobierno sobre si el Rey D. Juan Carlos actúa como intermediario en operaciones comerciales en el extranjero que afectan a empresas españolas? Si es así, ¿recibe alguna remuneración por la intermediación? ”.
También preguntaba Garzón sobre la existencia de las cuentas en Suiza sobre las que
había informado la revista Interviú: según tal información la famosa amante del rey
habría abierto en Suiza dos cuentas bancarias en las que ingresar las comisiones obtenidas por su intermediación pero no las habría abierto a su nombre sino con una identidad falsa que le habrían proporcionado
los servicios de inteligencia españoles, el CNI. Nadie sabe quién estaría autorizado a ingresar dinero o sacarlo de tales cuentas. Por supuesto, nadie sabía si éstas serían las únicas cuentas que el círculo íntimo de Juan Carlos de Borbón tuviera alejadas del fisco español.
Hace años se solía hablar de los mentideros de la villa para explicar aquellas cosas que sabía mucha gente en Madrid pero que, por lo que fuera, nadie había publicado. Los mentideros de la villa tienen más de patio de vecindad que de conocimiento contrastado pero lo cierto es que durante años fueron los únicos que informaron de la fogosa vida extramatrimonial del jefe del Estado o de que la razón por la que Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón se habían ido a Washington era que la corrupción de sus negocios había alcanzado un nivel de escándalo imposible de tapar sin alejarlos unos cuantos miles de kilómetros.
Por supuesto también ha habido decenas de rumores falsos, que nunca se han confirmado o que resultan sencillamente increíbles. Durante las últimas semanas circula el rumor insistente de que el diario El Mundo tendría en su posesión la lista Falciani en la que aparecen 3.000 cuentas de españoles en Suiza, más de 650 con sus titulares identificados. Según tal rumor, El Mundo no estaría publicando la lista porque la gravedad de su contenido (por la importancia de algunas de las personas que aparecen en esa lista de evasores) exigiría un nivel de contrastación que aún no habrían logrado. Sin embargo, El Mundo sí se habría lanzado a la piscina al informar de las cuentas suizas de los Pujol en plena campaña electoral catalana y parece evidente que la piscina tenía agua. Todo esto, ya digo, son rumores insistentes y aparentemente bien informados, pero rumores.
Lo que no es un rumor sino un hecho es que de la lista Falciani sólo sabemos a ciencia cierta el nombre de una familia: la de Emilio Botín. Cuando les pillaron (no porque España investigara, pese a tener a Falciani detenido en la cárcel de Valdemoro, sino porque la justicia francesa informó a las autoridades españolas) regularizaron voluntariamente el dinero evadido y se acabó la causa penal abierta. Y se refugiaron en una excusa: el padre de Botín salió de España huyendo en la guerra civil con ese pastizal, lo metió en cuentas suizas y a los Botín se les pasó repatriarlo. Cosas que pasan.
Llama la atención la secuencia de los hechos: Izquierda Unida pregunta si el rey ha participado en chanchullos económicos que han terminado con ingresos en cuentas suizas, El Mundo publica la existencia de cuentas en Suiza a nombre del rey pero que serían relativamente disculpables (en una corte que ha disculpado todo tipo de desmanes a la familia real) y permitirían agarrarse a exactamente la misma excusa que Botín: que quien evadió el dinero fue el ancestro (triste pero oportunamente difunto), que además lo hizo por motivos perfectamente comprensibles (huir del terror rojo) y que el error de los vivos habría sido simplemente por inercia, por no cerrar esas cuentas y repatriar el dinero. Algo que, según El Mundo, el rey no habría hecho por prudencia, por mantener intacta la memoria de su padre (ya se sabe lo sacrificado que ha sido siempre Juan Carlos en atención a su padre) y ni siquiera por decisión propia: “Los albaceas recomendaron a los herederos no repatriar el dinero acumulado en el extranjero por cuestión de imagen“ (como si en los años 90 hubiera habido algún medio capaz de denunciar la existencia de tales cuentas y asumiendo que esa cuestión de imagen valía más que un mínimo patriotismo fiscal).
El Mundo publica hoy, 20º aniversario de la muerte de
Juan de Borbón, que el evasor fue el padre del rey. Y coincide en los kioskos
con la portada de ABC dedicada a toda plana a homenajear a su don Juan, “el hombre que renunció a todo [salvo alguna cosa] por España” en tan redondo aniversario: algo que no sorprendería a nadie si no fuera porque ni
en el 10º aniversario, ni en
el 5º aniversario ni incluso
en el primer aniversario de la muerte de Juan de Borbón el diario monárquico dedicara ni un centímetro de su portada a recordarlo.
Casi se diría que la portada de ABC de hoy fuera una respuesta a El Mundo, para lo que sería imprescindible que alguien de
El Mundo hubiera avisado de lo que iban a publicar hoy a Zarzuela y desde ésta se pidiera a
ABC un panegírico por aquello de la “cuestión de imagen”. Esto último no es un rumor sino una deducción, aunque bien podría ser que todo fuera una sorprendente casualidad.
En todo caso la información de
El Mundo no puede blanquear las preguntas originales.
Que el rey llevara 20 años evadiendo del fisco varios millones de euros sería gravísimo. Que su padre hubiera acumulado esa fortuna desmiente el relato fantasioso de sus padecimientos económicos (y políticos). Sólo eso deslegitimaría a Juan Carlos para seguir en la jefatura del Estado. Ya en enero
El Mundo soltó un bombazo informativo en portada que pronto entendimos como un mero intento de amortiguar los daños que pronto vendrían con la información más completa: que Luis Bárcenas había repartido sobres entre dirigentes del PP venidos de donaciones de constructores. La noticia era escandalosa pero se enfocaba de tal forma que
permitía al PP salvar los muebles dada la magnitud del escándalo real.
Algo así parece la noticia de hoy de El Mundo, un escándalo que sería insoportable si no fuera porque escondiera uno mucho mayor aún.
Toca al gobierno responder las preguntas registradas por Alberto Garzón: ¿Se ha dedicado el monarca a cobrar comisiones en tanto que intermediario comercial? ¿Dónde habría ingresado el dinero en tal caso?¿Y Corinna? ¿En función de qué habría tenido residencia pública e identidad falsa? ¿Qué hay de esas cuentas en Suiza? ¿Cuánto dinero mantiene la familia real y su entorno íntimo evadido del fisco español? ¿Quiénes son esos españoles que tanto tendrían que alegrarse, por ejemplo, de que empresas españolas construyan un AVE en el desierto saudí?
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